La lealtad a las sombras políticas
Lo que dice la encuesta más reciente acerca del expresidente de EE. UU.
Líderes oficiales, gobernantes y comentaristas polarizan identidades electorales y conducen a crisis en países como EE. UU. y México. En ambos, el partido en el poder y la oposición (grupos políticos que no controlan al ejecutivo) conviven en tiempos paralelos: el mito político del fraude en las elecciones y la realidad. Las sombras proyectadas por actores políticos extremos, como la lealtad ciega sus figuras o el ataque constante a medios y expresiones fuera de la línea oficialista, persisten y enfermarán a la democracia durante muchos años.
El 16 de mayo la cadena de noticias CBS publicó los resultados de una encuesta realizada con YouGov a simpatizantes republicanos la semana anterior. El motivo del estudio fue la remoción por los republicanos de Liz Cheney como presidenta de la Conferencia del Partido Republicano en el Congreso de EE. UU. después de sus críticas al expresidente Trump, sobre todo después de la invasión hecha por sus simpatizantes al Capitolio el 6 de enero. Las voces más extremas del partido impulsaron la decisión, pero una agrupación dividida y sin rumbo aparente es su resultado.
Alrededor de 80 por ciento de los encuestados dijo estar de acuerdo con la remoción de la congresista Cheney. Entre quienes contestaron que sí, fueron cuatro las principales razones para ello: “Ella no concuerda con el mensaje del partido” (69 por ciento); “Ella está equivocada acerca de la elección del 2020” (57 por ciento); “Ella no apoyó a Trump” (52 por ciento); “La falta de lealtad será castigada” (34 por ciento).
Los argumentos acerca de Cheney podrían ser esgrimidos con facilidad en contra de cualquier otro individuo. En tiempos de identidades electorales absolutas, familias, amistades y hasta empleos pueden ser perdidos cuando alguien no concuerda con el mensaje de un partido en específico, esté o no en el poder. Cheney, por ejempló, votó a favor de iniciativas de Trump 92 por ciento de las veces, según el portal de análisis estadístico electoral FiveThirtyEight, lo que es más que lo que su sucesora, Elise Stefanik.
El error de Cheney surgió de cuestionar el mito de la elección robada: votó a favor del segundo juicio de destitución de Trump este año, aunque apoyó al entonces presidente durante el primero. En contraste, varios políticos electos en noviembre de 2020 cuestionan los resultados de noviembre. Con ello navegan entre la realidad y la narrativa que el mismo Trump impulsó desde antes acerca de un supuesto fraude. En México, algo similar sucede cuando el partido gobernante descalifica de antemano a las autoridades electorales, aunque fue la imparcialidad y transparencia de estas mismas las que dieron el triunfo al presidente en el pasado.
La encuesta demuestra una combinación preocupante de posturas. Entre simpatizantes republicanos, 66 por ciento de los encuestados dijo que era importante ser leal a Trump. En la misma proporción (67 por ciento) contestaron que el Presidente Biden no fue el ganador legítimo de la elección. Los temas en los que hay que seguir al expresidente, según los participantes en el estudio, deben ser: economía (89 por ciento), inmigración (88 por ciento), liderazgo (80 por ciento) y cómo tratar a los medios (77 por ciento).
La sombra del presidente Trump persiste a pesar de las prohibiciones que le impusieron empresas de comunicación digital a sus cuentas y de estar encerrado con su corte en Mar-a-Lago. Miembros de su partido han entendido que en el corto plazo es de provecho alinearse a sus posturas extremas para atraer votantes, aunque esto tenga efectos negativos más adelante. Los demócratas, ahora en el poder, saben que esa sombra crecerá de aquí a las elecciones intermedias.
En México las intermedias ya están aquí, pero los efectos de la polarización arribaron desde antes. Los proyectos y agendas políticas deben ir más allá de sólo ganar en las urnas. La democracia como manera de convivir en libertad no puede ser reducida al mero triunfo en las casillas. El país pierde si las sombras autoritarias permanecen entre nosotros.
De pilón
Las pensiones para expresidentes son un tema en EE. UU. Business Insider reportó que Donald Trump, quien suele presumir sus supuestas cuentas de multibillonario, ahora acepta su pensión de USD 65,600 como expresidente desde que dejó su puesto. Durante su mandato había donado su salario, aunque esto no significara dejar de percibir ingresos adicionales por otras fuentes.