Fuera máscaras: cuatro cuestiones inmediatas para la recuperación pos-COVID19
La CDC, la agencia que coordina a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades del departamento de salud de los EE. UU., anunció el jueves 13 de mayo que quienes hayan recibido la vacuna contra COVID19 podrían dejar de utilizar mascarilla o disminuir el distanciamiento social en la mayoría de los casos. La declaración de los funcionarios federales tuvo una recepción mixta entre ciudadanos y políticos. Aunque se trata de una señal de que pronto (es difícil saber cuándo) los Estados Unidos reanudarán actividades con el ímpetu que les caracteriza, el camino hacia ello es complicado. Hitos de la pandemia en el país vecino y en el mundo pueden servir a la reflexión en México.
Para las cuestiones de integración y recuperación económica, es útil observar los datos de vacunación para Norteamérica. En EE. UU. cerca de 265 millones de dosis de la vacuna se han administrado, según datos reportados por The New York Times. La porción de habitantes que ya cubrió su esquema de vacunación contra COVID19 en ese país es de 35 por ciento. Según cifras de la misma fuente, en México se han aplicado 21 millones de dosis y 7.4 por ciento de la población total ya cumplió con la totalidad de sus vacunas. Canadá se ubica al final con casi 17 millones de dosis aplicadas y 3.5 por ciento de la población cubierta en su totalidad. A estas cifras pueden agregarse las del turismo médico que acudió a EE. UU. por su inyección.
La postura de la CDC debiera celebrarse al ser una buena noticia en medio del reciente barullo. Sin embargo, las reacciones politizadas y la desinformación asomaron la cabeza en EE. UU. y el resto del mundo. Por ejemplo, el uso de la mascarilla fue desde un inicio cuestionado por grupos afines a la extrema derecha cuyos miembros lo equipararon a una imposición del gobierno para censurarles. Otros, prefiriendo ignorar evidencia científica y las estadísticas de fallecimientos, pensaron que la enfermedad se trataba de un mito. También hubo quienes mezclaran ambas posturas.
Con la declaración de ayer se demuestra que el debate no se ha detenido. En periódicos y publicaciones en línea, ciudadanos mostraron preocupación acerca de cómo distinguir a los vacunados entre la población en general. Los que se oponían a la mascarilla ahora cuestionan por qué la postura de la CDC no se había hecho antes. Un año ha pasado desde que comenzó la pandemia, pero es necesario llevar la discusión hacia otras cuestiones para prepararnos para algún tipo de recuperación.
Los retos sociales para el manejo de la enfermedad parecen superiores a los de la ciencia. Presento una lista breve de momentos y consideraciones en torno a una crisis que persiste o para aquellas que seguro vendrán. Su enfoque no es exhaustivo.
1. La falsa y verdadera inmunidad de rebaño. Este término apareció en medios y en boca de políticos desde el inicio, sin embargo, no es posible determinar por el momento la cantidad exacta o umbral de personas que requieren ser vacunadas para que la pandemia desaparezca. El Dr. Anthony Fauci, actual consejero médico del presidente de los EE. UU. dijo en una conversación con The Washington Post de noviembre pasado que hay que pensar en un rebaño de ñus al usar esta metáfora, donde todo el grupo es fuerte y protege a los más vulnerables o débiles. Agregó que el éxito en la pandemia se dará si se tiene una vacuna eficaz y se le administra a la mayor cantidad de personas posible. En Suecia, por ejemplo, se intentó llegar a una inmunidad de rebaño sin vacunas al permitir que poblaciones de bajo riesgo, como los jóvenes, se infectaran. La estrategia falló.
2. Recuperación desigual de empleos. La desaceleración económica trajo pérdidas de plazas de trabajo. Las personas se vieron forzadas a laborar en el mercado informal (como es el caso de México), emprender algún tipo de negocio o simplemente esperar de la mejor manera que la tormenta pasara. En algunos lugares, los seguros de desempleo fueron útiles, pero también han sido cuestionados bajo la misma lupa con la que se hace en tiempos previos a la pandemia. Por ejemplo, 16 entidades de EE. UU. dejarán de ofrecer el apoyo semanal de USD 300 para desempleados el próximo mes. Además de tratarse de una cuestión que divide a republicanos y demócratas, el reto para quienes necesitan de trabajadores, tales como cadenas de comida rápida, es cómo atraer personal. Los empleadores batallan en contratar personas que sienten que el salario ofrecido no compensa el riesgo de enfermarse, que tienen a alguien en casa que requiere cuidados o que no han podido desplazarse geográficamente hacia ciudades o regiones que ofrecen empleo. En México, sin medidas alivio fiscal, el sector formal podría ser el más afectado.
3. La mala comunicación de gobiernos y científicos. Entender una enfermedad e implicaciones complejas se vuelve más complicado si los líderes son analfabetas científicos. El problema de comunicar de manera clara y que los ciudadanos puedan entender también es un tema para los científicos. Las declaraciones de políticos, médicos u organismos especializados en veces eran contradictorias o no tomaban en cuenta cómo serían recibidas por la población. En tiempos normales, es evidente cómo avances científicos sobre la cura o agravante de alguna enfermedad se maneja con encabezados sensacionalistas en los periódicos. A la vez, declaraciones sobre hechos deben hacerse con tacto para no causar pánico entre la población. Las dudas sobre las vacunas de AstraZeneca y de Johnson & Johnson por su posible efecto de reacción coagulante hizo que la velocidad de vacunación disminuyera de manera temporal. La indecisión sobre vacunarse también se sintió en México. Además de invertir en ciencia también debe hacerse en educación de los ciudadanos y en comunicación del sector salud.
4. Rediseño de espacios urbanos. Los primeros meses de la crisis dieron un respiro a las ciudades y la naturaleza. Sin automóviles o con construcciones detenidas, las ciudades cambiaron de ritmo. La pausa permitió que planeadores urbanos experimentaran acerca del uso de los espacios públicos y que ciudadanos repensaran sobre el ruido y el tráfico de la ciudad. El urbanismo táctico llevo a ensanchar banquetas, ampliar jardines o retomar calles para la comunidad. El diseño de espacios externos y domésticos fluctúa según modas, pero también por necesidades de salud pública. Por ejemplo, durante los inicios del siglo pasado, el modernismo arquitectónico en hospitales, sanatorios y clínicas, respondió a los retos de la tuberculosis. Hannes Meyer, arquitecto suizo y segundo director de la Escuela de Bauhaus, pensaba que las viviendas no son sólo máquinas donde vivir, sino también una forma de aparato biológico que satisfacen las necesidades corporales y mentales de las personas (del capítulo “Hannes Meyer o la construcción de una arquitectura social”, en “Bauen: Hacia la construcción del diseño desde una visión social y humanista”, 2020, coords. Bedolla Pereda, D. y Caballero Quiroz A., publicado por la Universidad Autónoma de México). Meyer huyó de los Nazis y estuvo en México de 1938 a 1949. Entre varias ocupaciones, estuvo como secretario arquitecto de la Comisión de Planeación de Hospitales del IMSS entre 1943 y 1944. Sin duda, cambios vendrán en la manera en que ciudades, viviendas y oficinas se ventilan, iluminan y disponen para salud de las personas.
La lista puede continuar…